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1 Introducción
Las Energías Renovables (ER) actualmente se
consideran una opción para el reemplazo de
combustibles fósiles (Aydin, Kentel, & Sebnem
Duzgun, 2013). Estas son favorables en el cuidado del
medio ambiente debido a que ayudan a disminuir las
emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que
deterioran la capa de ozono del planeta (Aydin et al.,
2013).
Las ER están vinculadas a las condiciones globales y
el desarrollo. Para la ejecución de estos proyectos se
deben analizar los criterios económicos, sociales y
ambientales (Cevallos-Sierra & Ramos-Martin, 2018;
Rediske et al., 2020; Sánchez-Lozano, Antunes;,
García-Cascales, & Dias, 2014; Xu, Wei, Ji, Wang, &
Gao, 2019).
En Latinoamérica, hasta el año 2017, Costa Rica,
Brasil y Uruguay han alcanzado una matriz energética
renovable dado que más del 80% de su energía
proviene de fuentes renovables.
Cabe destacar que estos tienen implementadas varias
tecnologías que obtienen ER de diferentes fuentes. En
otros varios países, gracias a las políticas públicas de
estado, se han empezado a implementar ER, no
obstante, se enfocan principalmente en la energía
hidroeléctrica considerada una ER convencional,
descuidando otras fuentes (Cevallos-Sierra & Ramos-
Martin, 2018; Koengkan, Poveda, & Fuinhas, 2019;
Xu et al., 2019).
Con relación a lo anterior, el Ecuador siendo un país
rico en recursos naturales, ha podido usarlos para
producir electricidad durante décadas (Cevallos-Sierra
& Ramos-Martin, 2018). El gobierno ha impulsado
varias regulaciones que pretenden incentivar el uso de
ER en diferentes escalas (Agencia de Regulación y
Control de Electricidad, 2015, 2018, CONELEC
(Consejo Nacional de Electricidad), 2011, 2013).
Según el Balance Nacional de Energía Eléctrica de
febrero de 2020 el país alcanzó el 76.68% de energía
hidroeléctrica, 1.30% de biomasa, 0.26% eólica,
0.13% biogás y 0.11% fotovoltaica, lo que da un total
de 78.48% de energía renovable (Agencia de
Regulación y Control de Electricidad, 2020).
Como se evidencia, el Ecuador cuenta con más del
75% de ER proveniente del recurso hídrico. Un
inconveniente de esta situación es que la generación
continua de energía no es posible mediante el uso de
un solo tipo de tecnología (hidroeléctrica) puesto que
los recursos varían según el clima y la ubicación de la
zona (Aydin et al., 2013).
La Energía Solar (ES) crece de manera acelerada, es
abundante, gratuita y limpia, además, no produce
contaminación hacia el medio ambiente (Fang, Li, &
Song, 2018).
La ES puede cubrir la demanda anual de energía con
un promedio de 1.6 MWh/m
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por año, aunque la
radiación anual a nivel mundial varía según la
localización geográfica (Siksnelyte-Butkiene,
Zavadskas, & Streimikiene, 2020). La energía solar
fotovoltaica se basa en la utilización de células solares
fabricadas con materiales semiconductores cristalinos
que por efecto fotovoltaico, generan corriente eléctrica
cuando incide sobre los mismos radiación solar
(Ghenai, Albawab, & Bettayeb, 2020). Mediante la
“teoría del balance” desarrollada por Schockley y
Queisser se puede determinar la eficiencia máxima de
un panel, la cual está basada en la capacidad de
conversión de energía luminosa a eléctrica (Torres-
Pacheco, Jurado-Pérez, Granados-Lieberman, &
Lozano-Luna, 2018). La eficiencia de una celda
fotovoltaica se encuentra entre 13 y 16% para paneles
policristalinos y puede alcanzar el 20% en paneles
monocristalinos (Ghenai et al., 2020). Un factor
importante para el análisis de la eficiencia de un panel
es la temperatura ambiente, existe menor producción
de energía mientras más alta sea la temperatura
(Hashemizadeh, Ju, & Dong, 2020), la eficiencia
aumenta a medida que la temperatura se mantiene
menor a los 25°C (Hashemizadeh et al., 2020; Torres-
Pacheco et al., 2018).
Las centrales solares fotovoltaicas (CSF) del país han
demostrado gran eficiencia por su ubicación
privilegiada con respecto al sol, por lo que es
importante promocionar estas tecnologías (Cevallos-
Sierra & Ramos-Martin, 2018). El país cuenta con el
recurso primario; sin embargo, el desarrollo de nuevas
tecnologías se ha visto frenado por la ausencia de
políticas públicas, las cuales se deben a las
fluctuaciones económicas y el lento desarrollo del país
(Xu et al., 2019).
Para la instalación de una central fotovoltaica algunos
criterios deben ser tomados en cuenta, como la
ubicación, minimización de costos con respecto a la
cercanía de infraestructura eléctrica, la potencia
generada, los impactos ambientales, el uso de suelo,
áreas pobladas, entre otros (Al Garni & Awasthi,
2017).
Cevallos (Cevallos-Sierra & Ramos-Martin, 2018)
realizó una Evaluación Multicriterio (EM) en el
Ecuador para encontrar la localización de centrales
eólicas, fotovoltaicas y solares. Se concluye que las
CSF tienen gran potencial en el país, existe mayor
potencial en la Región Andina y la Cordillera de los
Andes. Sin embargo, no existe un análisis específico
para la provincia del Azuay que permita establecer con
más precisión estos sitios maximizando el recurso; en
consecuencia, la potencia en las plantas y
minimizando costos.
Debido a las razones expuestas anteriormente, el
objetivo de esta investigación fue determinar la
ubicación adecuada para el emplazamiento de CSF en
la provincia del Azuay a partir de criterios
económicos, ambientales, sociales y técnicos. Para
que en un futuro este trabajo sirva de guía y posibilite
a los organismos competentes para la toma adecuada