Novasinergia 2021, 4(2), 78-92 80
Las actividades en el ambiente aeronáutico militar generan niveles de ruido importantes
tanto en despegue, vuelo, sobrevuelo o aterrizaje que constituyen un impacto ambiental
acústico en las inmediaciones de la pista de aterrizaje cuya mitigación se encuentra normada
por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI, 2015), en base a lo cual han sido
propuestas ciertas alternativas como el procedimiento de descenso continuo (Arnaldo,
Gómez, & Pérez, 2012) o la instalación de barreras acústicas.
En lo referente al área de mantenimiento de aeronaves de igual forma tiene sus
particularidades debido al tipo de fuente generadora de ruido, ya que por una parte se usan
maquinarias y equipos diferentes a otras áreas industriales, así como también, la aeronave
se convierte en ciertas ocasiones en la generadora de ruido, como es en el caso de despacho,
recepción, o prueba de motores, en las cuales el personal técnico está expuesto a importantes
niveles de contaminación sonora que alcanzan los 100 dB (Neilsen et al., 2018) y superando
los 140 dB en el caso de aeronaves supersónicas (Corbalán, Trujillo, Szajderman, & Di
Bernardi, 2019), no obstante, de acuerdo con Caputo & Correa (2018), con el uso adecuado
de elementos de protección auditiva, se logra una reducción que va desde los 20 dB hasta
los 40 dB, dependiendo de la calidad y clase de equipo utilizado.
Al interior de las aeronaves el ruido se reduce, especialmente en el caso de aeronaves
pequeñas, obteniéndose entre 89 y 96 dB (Argomedo & Carter, 2017), en cuyas operaciones,
su tripulación está obligada al uso de elementos de protección un tanto más sofisticados;
para el personal de apoyo en tierra, en ciertos casos, es necesario utilizar protectores de
inserción y tipo orejera de manera simultánea, a fin de alcanzar una atenuación eficaz
(NEXER, 2013).
En una investigación realizada en el año 2018, en Latacunga - Ecuador, para las actividades
de reparaciones, análisis de fallas, pintura, entre otras; se obtuvieron valores de presión
sonora equivalente diaria entre 54 y 76 dB, es decir, no se superan los límites establecidos
por la normativa, para el caso de operarios; no obstante, el 25 % de los datos de ruido
obtenidos para tareas de regulación o vigilancia, superan los 70 dB, normados como límite
superior en la reglamentación ecuatoriana (Copara & Morales, 2017).
Pese a que los niveles de ruido obtenidos en el estudio anterior, no son altamente
significativos, según Copara & Morales (2017), luego de las encuestas practicadas referentes
a efectos no otológicos, el 23 % del personal manifiesta tener un alto grado de problemas
para conciliar el sueño, por otra parte un 52.5 % indica un alto grado de hipertensión arterial,
finalmente, un 44.3 % de la población estudiada, refleja problemas psicosociales asociadas
al factor ruido, por lo que resulta importante efectuar estudios periódicos, a fin de garantizar
un adecuado ambiente laboral apegado a la seguridad.
La aviación militar a diferencia de la aviación civil, cuenta con aeronaves de combate
supersónicas en Taura, combate a turbohélice en Manta, transporte en Latacunga
(Cotopaxi), entrenamiento en Salinas y helicópteros en Guayaquil. En cada una de estas
unidades militares se realizan labores de mantenimiento de primer y segundo escalón,
cuyos niveles de ruido y su prevalencia dependiendo del tipo de aeronave no son conocidas
en el caso ecuatoriano, por lo que el objetivo del presente estudio consiste en determinar los
niveles de presión sonora diario equivalente LAeqD en los talleres, oficinas y plataformas;