Novasinergia 2023, 6(2), 76-95 77
1. Introducción
El presente estudio se fundamenta en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), el
objetivo 11 describe la necesidad de generar ciudades y comunidades sostenibles, con ello se enfatiza
la necesidad de desarrollar estrategias que aporten en sostenibilidad y resiliencia a las diversas
divisiones político-territoriales, en este caso del barrio San Cayetano de la ciudad de Loja como
objeto de estudio, cuya configuración está generando preocupación ambiental, social y urbana en
un territorio. Todas las ciudades son parte de un territorio, por lo cual, se lo considera como un
núcleo de convergencia de “ideas, comercio, cultura, ciencia, productividad y desarrollo social”
(CEPAL, 2022). Con lo antes mencionado se propicia un desarrollo y progreso socioeconómico,
considerándolo como fuente de empoderamiento y apropiación urbana, pero la expansión que se ha
generado a “gran escala en la ciudad a partir de la década de los ochenta ha modificado la estructura
urbana, llevándola de ser compacta y monocéntrica, a expandida y difusa” (Serrano & Durán, 2020).
Ante la expansión desordenada de un territorio, los cambios en la forma de habitar provocan
limitaciones que se traduce a nuevas formas de residir y que dan respuesta a las demandas
generadas de quienes la conforman (Marengo & Lemma, 2017).
La ubicación “condiciona las posibilidades de progreso de sus habitantes, quienes viven en el centro
de la ciudad puede significar estar más cerca de oportunidades de empleo e ingresos, pero también
dado los mayores costos de la tierra y la vivienda puede significar tener que vivir en una villa o en
un asentamiento informal, con malas condiciones de vida y sometidos a la posibilidad de un desalojo
forzado” (ONU, 2017).
Pero “al contrario, vivir en la periferia ofrece la ventaja de conseguir terrenos más baratos, pero
muchas veces es difícil acceder a equipamientos, áreas verdes, lo que obliga a invertir más recursos
a las entidades gobernantes y gastar más en transporte lo que implica el gastar más tiempo viajando
distancias prolongadas” por la falta de conectividad (ONU, 2017) lo que provoca el mal uso de la
tierra y aumento migratorio.
Al generar estos vacíos de oportunidades se crean las “franjas marginales de transición urbano-rural,
las cuales forman parte del proceso de dispersión urbana que conservan atributos típicamente
rurales” (Hernández, 2016, p. 3) a esto se lo define como periurbano. Golledge (1960) establece
algunas características claves de la franja periurbana como son:
✓ Espacio periurbano, existe una pauta de ocupación del territorio en continuo cambio.
✓ La expansión residencial es rápida (representando el área de mayor crecimiento de la ciudad).
✓ Dotación de servicios y equipamiento público es incompleta.
✓ Explotación agrícola son de pequeño tamaño (como consecuencia del incremento de valor de la
tierra previo a su desarrollo urbano)
Ante la deficiencia que caracteriza un barrio periurbano, la Agenda 2030 en América Latina y el
Caribe (2022) busca “generar una planificación urbana que se lleve a cabo con un enfoque de
apropiación por parte de quienes habitan el territorio orientado a la reducción de brechas y a dar
respuesta a las distintas necesidades de la población, así como a sus diferentes usos del tiempo,
espacios y servicios”. Desde el objetivo 11, se busca vincular territorios sostenibles que los
caracteriza por aspectos ambientales, sociales y económicos, pero a partir del desarrollo sostenible
se añade un cuarto aspecto la gobernanza, articulando un eje fundamental en la sostenibilidad
(Sévigny, 2014). Al enmarcar como prioridad el rol de la persona y gobernanza se convierte en el eje
central de acción, decisión y ejecución en los entornos que habita, tomando en cuenta la participación
comunitaria como parte fundamental. Por esta razón, la participación comunitaria es una
construcción teórica multidimensional que van desde la participación política formal al