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1 Introducción
La Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas trabaja en la Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible, donde el objetivo 6
contempla acciones para garantizar la
disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el
saneamiento para todos (CEPAL, 2016) . Si bien,
el agua es un recurso fundamental para el
desarrollo de los ecosistemas terrestres, la calidad
y cantidad de este recurso depende de un manejo
integral de la zona de recarga.
En el quehacer mundial, se debe entender por
desarrollo aquel proceso que, favorezca al
progreso de un país o de una región, que
contribuya a la mejora de la economía, que genere
políticas de buen vivir en la población y que
respete el equilibrio de los ecosistemas,
contribuyendo en la medida de lo posible a mitigar
los daños ya causados.
En este sentido nace la “Economía Ambiental”
como una disciplina que se sustenta en valores y
principios de la economía neoclásica pero que,
además, trata de integrar en el modelo tradicional
variables que permitan mitigar los efectos no
deseados de la actividad económica denominadas
externalidades. En este contexto, nace la
internalización de externalidades ambientales, que
tiene por objetivo internalizar, a través de los
precios de mercado, aquellas externalidades
ambientales negativas. (Dinar, 2003.)
Por tal razón, la valoración económica del recurso
hídrico es importante para estimar los costes para
la gestión integral del agua, en términos de
cantidad y calidad en función del tiempo. No está
por demás reflexionar que al ambiente le cuesta
producir un bien y servicio, el no valorar este tipo
de recursos ecosistémicos es equivalente a
considéralos gratuitos y de poca importancia.
En este ámbito, se han generado varias
metodologías cuyo objetivo es asignar un valor
económico al agua, utilizando variables propias de
la zona, asociadas al uso del recurso hídrico.
(Villavicencio Aldaz, 2008), (Barrantes Moreno,
2010). Entre las estrategias para alcanzar la
sustentabilidad, económica ambiental en el
presente milenio, la valoración económica y la
generación de mercados juega un papel
preponderante que permite compensar a la
naturaleza por los servicios brindados.
En Latinoamérica varias investigaciones
realizadas, con especial énfasis al recurso agua,
(Barrantes & Vega, 2002), (Nuñez Parrado, 2004),
(European Comision, 2008), han evidenciado la
subvaloración del recurso ambiental,
exponiéndoles a procesos de degradación del
ambiente cuyos efectos asociados en muchos de
los casos son irreversibles.
En Ecuador, las principales experiencias de
valoración económica se encuentran en los
Cantones de Loja, Cuenca y Bolívar (Villavicencio
Aldaz, 2008; Monar Gavilánez et al., 2017) cuyos
resultados han dado la pauta para la valoración de
bienes y servicios ambientales que contribuyen a
la generación de políticas públicas encaminadas a
la conservación de las unidades hídricas.
En el proyecto Manejo de los Recursos Naturales
de Chimborazo (Red consultora socio ambiental
TZEDAKA Cia. Ltda, 2013) se establece la
importancia de realizar acciones de salvaguardia
de los recursos naturales para contribuir a la
sustentabilidad ambiental. Este análisis se realiza
teniendo en cuenta los pisos altitudinales, que en el
recorrido del agua generan conflictos entre
oferentes y demandantes, por la calidad y cantidad
del recurso hídrico, siendo los más afectados las
comunidades ubicadas en la parte baja donde
existe mayor actividad económica. Además, se
recalca la importancia de crear propuestas técnicas
políticas que contribuyan de una forma
significativa a la mitigación estos problemas.
Dentro de este contexto, el presente trabajo es una
adaptación metodológica desde las investigaciones
de Barrantes y Villavicencio (Barrantes Moreno,
2010; Villavicencio Aldaz, 2008), para la
estimación de un costo real del agua, para lo cual,
se consideran variables económicas ambientales
provenientes de información primaria y
secundaria. Los resultados evidencian que en la
actualidad la base imponible es de $0.024 /m
3
de
agua, que en relación al costo real calculado de
$0.26/ m
3
, es solamente un 10% del valor útil en
términos de sustentabilidad hídrica.
Figura 1: Delimitación de la Microcuenca del Rio
Chimborazo.